Tras conocerse los últimos datos sobre la epidemia de dengue, Vida UCALP se acercó a dialogar con Silvia González Ayala, médica especialista en enfermedades infecciosas y profesora honoraria de nuestra casa de estudios.
Entre otros temas, la doctora reflexionó sobre la situación actual, los cuidados en nuestros hogares, el impacto de las vacunas y la relevancia de la educación para la prevención.
-¿Cómo está la situación actual del dengue?
-Los datos oficiales son a la semana epidemiológica 17, de casi fines de abril. Ahí tenemos un récord de más de 400.000 casos y el pico fue en la semana 12 (17 al 23 marzo), con más de 59.000 casos. Desde esa semana, empezó a bajar el número, inicialmente de manera lenta pero ahora muy acentuada, lo que está relacionado con el descenso brusco de la temperatura, con algunos días con 10 u 11 ºC. Eso es suficiente para matar las poblaciones de mosquitos adultos, pero no tiene ningún efecto sobre huevos, larvas y pupas.
Sobre lo que hay que trabajar es en la eliminación del mosquito vector Aedes aegypti, para que estemos libres de su presencia, tal como nos pasó desde 1961 hasta 1987. ¿Qué hay que hacer? Primero, educar. No informar solamente. La información va y viene, se olvida fácilmente. Si educamos, logramos el cambio de hábitos.
-¿Cómo sería esa educación?
Debe ser la educación del niño desde el nivel inicial, desde que tiene comprensión, enseñándole lo que es el mosquito y qué enfermedades le puede transmitir. También, reforzar el concepto “pequeñas mordeduras, grandes enfermedades”, porque hoy nos ocupa el dengue, pero está en curso una epidemia de fiebre chikungunya acá cerca, en Pergamino. Y el mismo mosquito también transmite zika, que tiene una enorme repercusión si afecta a las gestantes.
Así, la clave es educar para eliminar el mosquito. Para los chicos, enseñándoles a identificarlo, con la metodología que se corresponda a la edad, ya sean juegos, dibujos o historias cortas. Ese chico, que se educó y aprendió, cuando vuelve a la casa, es una máquina de insistir, revisa, busca los criaderos y es el que logra el cambio de actitud de los padres.
-En nuestros hogares, ¿qué precauciones debemos tomar?
-Cada familia tiene que trabajar en la eliminación de todos los recipientes que puedan tener agua acumulada. En el caso de los desagües pluviales, lo que hay que hacer es volcar una pava de agua hirviendo en las cuatro paredes, con eso se destruyen los huevos. Después, se compra una malla de mosquitero, se coloca apoyada sobre la abertura del desagüe y luego se pone la rejilla encima. De esa manera, la hembra no puede entrar a desovar. La hembra desova en pared, eso es una característica de esta especie y ya no es tan exquisita que solo se encuentra en agua limpia, eso era hace 30 años. Ahora, se la ha encontrado en paredes de recipientes con agua contaminada.
Estas medidas son posibles en áreas urbanizadas; en los barrios populares sin saneamiento básico, no es posible eliminar los recipientes que acumulan agua alrededor de la vivienda. Allí, la estrategia debe ser la fumigación.
-En relación con esto, ¿cuál es el impacto de la fumigación?
-En los focos donde está el brote en curso, la fumigación tiene que ser periódica. Lo único que mata la fumigación es la población de mosquitos adultos. Por eso, hay que hacerlas cada cuatro o cinco días, sabiendo que cuando se fumiga una cuadrícula, la niebla que genera no llega adentro de mi casa. No llega al patio o al jardín trasero de mi casa. Entonces, mi casa sigue siendo mi problema.
-¿Es necesario que recibamos la vacuna?
-La vacuna debe ser utilizada en zonas críticas, con muchos casos y es de interés porque la mayoría de las personas han tenido dengue. La vacuna es importante para prevenir una segunda infección, que tiene mayores posibilidades de evolución a las formas graves. Pero, que quede claro: nosotros tenemos circulando dengue serotipo 2, que puede dar formas muy graves en la primera infección.
Por eso, insisto en la estrategia de eliminación del vector porque tenemos las otras dos enfermedades transmitidas por el mismo mosquito. Aunque estés vacunado para dengue, si la próxima epidemia es por virus chikungunya o virus zika, no se tiene protección.
-¿Hay estudios que hablen sobre las secuelas del dengue?
-Hasta ahora no hay descritas secuelas, sí complicaciones y formas graves. Por ejemplo, una complicación de la infección del sistema nervioso central por el virus dengue o de una encefalitis por dengue puede determinar que esa persona quede con un daño, una discapacidad: disminución de la audición, disminución de la agudeza visual, algún problema motor, convulsiones. Pero es por la encefalitis.
La persona que tiene dengue clínico común quedará muy cansado, muy decaído por varias semanas y es todo. Pero, cuando se cursa alguna de las formas graves, sí puede haber secuelas. Es como en una meningitis o una encefalitis o una miocarditis de cualquier otra causa.
-Si continuamos este rumbo, ¿qué se puede esperar de la epidemia para agosto, septiembre?
-Que se reactive, porque queda población susceptible. Es decir, que se puede enfermar. Y tenemos la amenaza de la introducción de otro serotipo. El 57 % de los casos en esta epidemia es por virus dengue 2, algo más del 40 % es por virus dengue 1. Pero hay un 0,1 % de dengue 3. Pueden circular dengue 3 y dengue 4 o todos los tipos como ocurre en Brasil. Lo ideal es que no haya mosquitos.
Por eso, tenemos que trabajar intensamente en la prevención, en educar. Tienen que ser acciones programáticas en todos los niveles de educación, año a año, reforzando, sobre todo, desde agosto, pero, en realidad, es todo el año. Digo desde agosto porque ya en el norte de nuestro país es cuando empiezan a aumentar las temperaturas y muy rápidamente. Así que esa es la clave, educar para eliminar los reservorios.
En febrero del 2024, Silvia redactó un documento para la comunidad que difundió el Colegio de Médicos Distrito I de la Provincia de Buenos Aires sobre la prevención del dengue. Pueden acceder a él en el siguiente enlace.