Al presentar la encíclica del Papa Francisco, Laudato si, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, advirtió que “la Tierra se está convirtiendo en un gran basural. Urge, entonces, escuchar con atención este apremiante llamado de la Iglesia al cuidado de la casa común, y tomar las decisiones que sean necesarias para evitar su destrucción. Ojalá la encíclica sea bien recibida, más allá de la curiosidad mediática”.
El prelado platense, quien estuvo acompañado por su Obispo auxiliar, Mons. Alberto Bochatey, OSA, remarcó, igualmente, “que detrás de todo esto hay intereses financieros y políticos muy poderosos; y que olvidan especialmente a los más pobres. El carácter ampliamente ecuménico del documento -subrayó-, es una invitación del Papa a los creyentes y no creyentes; especialmente a ciertos grupos ecologistas, que no están motivados por la fe”.
Mons. Aguer puso de relieve, asimismo, que “la propia palabra, ecología, hace referencia a oikos (en griego, casa). La encíclica, entonces, se inscribe en la Doctrina Social de la Iglesia; sistematizada a partir de la encíclica Rerum novarum, de León XIII (1891). Por otra parte, en este siglo, ya San Juan Pablo II y Benedicto XVI, abordaron la problemática del medio ambiente y la ecología humana”.
Subrayó, también, que “el documento hace una referencia frecuente a los pobres; que son, evidentemente, los más perjudicados. Esto lo podemos ver, de modo especial, en las periferias de nuestras grandes ciudades, donde muchos hermanos nuestros viven en medio de la basura. La Iglesia aporta, pues, una teología de la Creación; entendida como un don de Dios, y una tarea para el hombre”.
Amplio aporte eclesial
Por su parte, Mons. Bochatey, puso de relieve “el amplio aporte de distintos miembros de la Iglesia para esta encíclica. La primera redacción estuvo a cargo del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que preside el Cardenal Peter Turkson; y del que Mons. Aguer es miembro. Le siguieron consultas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a trece conferencias episcopales, y otros organismos. Finalmente, el Papa, durante una semana, suspendió todas sus audiencias y se abocó, de lleno, a su redacción final”.
Agregó que en el capítulo dos de la encíclica, “sin duda el más bíblico y teologico, el Papa, al hablar del dominio sobre la Tierra, remarca que dicha palabra viene de Dómine(Señor, en latín). Se trata de rescatar el Señorío universal de Jesucristo… Hay que profundizar en la raíz humana de la crisis ecológica; en el exceso de antropocentrismo (el hombre como centro), y una postura autorreferencial, centrada sobre uno mismo y el poder. Por eso, el Papa alienta una discusión científica y social, responsable y amplia”.
No a las lecturas ideológicas
Mons. Bochatey llamó la atención, igualmente, sobre ciertas lecturas ideológicas o reduccionistas, que pueden hacerse sobre la encíclica. “Muchos medios, especialmente en Europa, la presentaron como verde, y bien se sabe que ello puede hacer referencia a determinados partidos políticos o grupos. Más allá de cualquier postura excluyente, es un llamado urgente al diálogo; a la lucha contra la corrupción, y a evitar las cláusulas secretas de ciertos contratos entre los grandes poderes económicos y los gobiernos”.
Finalmente, convocó a “recibir, con amplitud, el llamado del Papa a la educación y a la espiritualidad ecológica. Solo la ecología integral, puede preservar a la humanidad de su autodestrucción”.
Fuente: Prensa Arzobispado, La Plata.