Los “Horneros”: esfuerzo, solidaridad y pertenencia
Los “Horneros”: esfuerzo, solidaridad y pertenencia
Los “Horneros”: esfuerzo, solidaridad y pertenencia

Por más de veinte años, el rugby de la UCALP se ha consolidado como una de las actividades deportivas más importantes de nuestra institución: es la más antigua y desarrolló un sentido de pertenencia en cada generación que marcó el camino para los siguientes deportes.

Matías Álvarez Mariani es el actual encargado del Campo de Deportes que la Universidad tiene en Los Hornos y, además, fue quien trajo el rugby en 1999, diez años antes de la creación del Departamento de Deportes. Como estudiaba Ciencia Política y Relaciones Internacionales de tarde, no tenía tiempo para entrenar en el club Los Tilos, donde jugó en su adolescencia.

“Una noche, mientras preparábamos un parcial con un compañero, estábamos buscando información en internet y encontramos un equipo de rugby universitario. Como tenían un mail de contacto, les escribimos, y nos respondieron en ese momento. A los pocos meses, ya habíamos armado el equipo”, relató Matías.

LOS PRIMEROS PASOS Y EL APODO

Si bien no compitieron oficialmente en el certamen universitario de la URBA hasta 2001, en los primeros años organizaron amistosos y difundieron el nuevo espacio por toda la universidad: “Pasábamos por las aulas y pegábamos cartelitos en todos los edificios de la UCALP. Incluso, los primeros entrenamientos los hicimos en Plaza Malvinas y, por el boca a boca, empezaron a aparecer los jugadores”.

Para tener un lugar de entrenamiento, el plantel acondicionó la cancha de fútbol del Campo de Deportes. Fueron largas e intensas jornadas de trabajo, donde arreglaron el terreno, consiguieron las haches con un herrero de confianza, pusieron luces y hasta cortaban el pasto en los días previos al partido. Allí, definieron su apodo, “Horneros”, que se tomó por el barrio en donde se ubica el campo y por la presencia de estas aves en plena obra de refacción.

Además, montaron una estructura interna, para promover el involucramiento de todos los jugadores: “Establecimos una comisión para el tercer tiempo, que compraba las cosas; una de logística que se ocupaba del transporte y de la indumentaria; y la de disciplina, que todos los martes iba a la sede de la Unión de Rugby de Buenos Aires en Recoleta para enterarse de las novedades. La verdad es que siempre hicimos todo a pulmón”.

Los éxitos no tardaron en llegar: en su primera temporada, ganaron de punta a punta el torneo, y obtuvieron uno de los dos títulos de su palmarés, al que se agregó en 2008 la Copa de Plata.

GIRAS INTERNACIONALES

Otro hito en los albores del rugby fue la participación en distintas giras internacionales, a Uruguay y Brasil. Con el plantel viajaron a Montevideo en 2004, 2005 y 2007, mientras que en 2011 disputaron un torneo en Río de Janeiro.

Para los viajes a Uruguay, la indumentaria fue provista por un banco que tenía convenio con la UCALP. El resto, fue producto de la autogestión. “Hicimos de todo: vendimos rifas, vinos con la etiqueta de la Universidad y sorteamos lechones. A veces, cargábamos las cosas en los autos y recorríamos los clubes y distintos lugares de la ciudad para recaudar el dinero que necesitábamos”, recordó Matías Álvarez Mariani.

Estas experiencias reforzaron la parte competitiva de los Horneros. En el primer viaje a la capital uruguaya, se midieron ante combinados locales, de Paraguay y ante rugbiers escoceses e ingleses. Para estar a la altura y representar a la UCALP de la mejor manera, se prepararon durante meses y se impusieron en el torneo amistoso.

También fortalecieron la unidad del grupo. Al respecto, Matías destacó: “Muchos de los chicos no habían salido nunca del país, por lo que poder hacerlo y encima vivirlo con tus amigos era algo increíble. Para nosotros, era como un viaje de egresados”.

SENTIDO DE PERTENENCIA

Armar un equipo, conseguir la indumentaria, establecer comisiones, poner en condiciones la cancha y mantenerla, organizar rifas para costear viajes… todo esto es imposible sin la voluntad y el sacrificio de quienes integran el rugby de la Universidad.

Desde muy temprano, se marcó un rumbo, que incluyó una manera de comportarse dentro de la cancha, de forma respetuosa ante el contrincante y el cuerpo arbitral, y un modo de habitar el predio del campo de deportes, al que le siguieron haciendo refacciones hasta 2015.

“Un jugador del club paga la cuota y tiene todo armado, todo servido. Acá, nosotros no somos solo alumnos o jugadores: somos dirigentes, los que cocinamos para los chicos que vienen de visita, los que cuidamos la cancha y el vestuario…”.

El sentido de pertenencia también se advierte en la contención hacia los jugadores que, en muchos casos, son chicos jóvenes que vienen a estudiar desde el interior del país. Para Matías, quien dejó de jugar en 2008 pero entrenó al equipo hasta el 2019, esto es fundamental: “Siempre tratamos de que no se sientan solos, que estén acompañados, que sepan que pueden charlar con nosotros. Para el que proviene de otra ciudad, los primeros años son muy desafiantes”.

En los casos donde observan frustración o agotamiento en los jugadores, tanto desde lo deportivo como lo personal, mantienen un diálogo permanente con los familiares. Si hay alguna lesión o notan en los entrenamientos que los chicos están decaídos, luego de conversar con ellos se comunican con sus padres o tutores para que estén al tanto.

PRESENTE Y FUTURO

En 2010 se sumó a la estructura Esteban Bilbao, exjugador profesional de rugby, que se desempeñó en los clubes Stade Niortais y Chateauroux de Francia. La intención fue incorporar un entrenador que mantenga la filosofía, pero que se enfoque en la parte física y táctica.

Los resultados respaldan la decisión: entre 2015 y 2018, alcanzaron tres semifinales y una final. “Hace más de diez años que estamos en la mesa chica del torneo de la URBA, con equipos importantes como la Fundación Barceló, los de la UBA y la UNLP, que son nuestros principales rivales”, reconoció Esteban.

Con el recambio generacional, la figura del capitán adquiere relevancia, ya que es el encargado de transmitirles a los más jóvenes los valores que se pregonan y funciona como el nexo entre el cuerpo técnico y el plantel. Sobre esto, afirmó: “Si bien compartimos el amor por el rugby, que es la base de todo, los chicos nos van quedando cada vez más lejos. Por eso, sirve mucho tener un capitán y un subcapitán, que son contemporáneos a ellos y coordinan el grupo”.

Desde el principio, nuestro rugby fue sinónimo de esfuerzo, sacrificio, compañerismo y sentido de pertenencia. Por eso, aunque el objetivo propuesto para el futuro es volver a salir campeones –como ocurrió en 2001 y 2008–, lo primordial es sostener la estructura que se montó a partir de aquel correo enviado por Matías Álvarez Mariani en 1999.

“Lo que queremos dejar de legado es la esencia de pertenecer, de ser una familia, de ayudar a los demás y transitar juntos este tiempo que tenemos en nuestra institución. Queremos que la gente que esté y la que siga pueda transmitir esto a la próxima generación de Horneros”, concluyó Esteban Bilbao.