Flamante fonoaudióloga de la UCALP cuenta su historia en primera persona
Honrar a su madre y el desafío de cumplir un sueño, obtener el título universitario
Honrar a su madre y el desafío de cumplir un sueño, obtener el título universitario

Por Alejandro Salamone

Cuando con esfuerzo y dedicación y siendo mamá de tres pequeños terminó sus estudios terciarios de fonoaudiología en el Instituto San Luis Gonzaga (Concepción),  Cecilia Carolina Monje, jujeña de 50 años radicada en Tucumán, recibió una gran sorpresa de parte de toda su familia, motorizada por su esposo Martín. En el día de su cumpleaños, le regalaron nada más y nada menos que un consultorio armado en su casa, con escritorio, biblioteca y hasta la placa profesional y los cuadros con sus logros de egresada. “No lo podía creer, lloré de emoción y jamás olvidaré el gesto de orgullo de mi padre ahí presente…”, recordó. Sin embargo, allí no se detuvo su ambición por el siempre fértil camino de adquirir conocimientos. Faltaba más, había en ella un sueño que seguía latiendo fuerte.

Ese anhelo tenía que ver con conseguir un título universitario, “no por una cuestión de ego o cartel -aclara-, sino como acto de amor, compromiso y agradecimiento a mis padres, a mi familia y a Dios”. Fue entonces en 2022, cuando su madre partió al cielo, que ese duro golpe despertó en Cecilia la necesidad de honrar su memoria y agradecerle tantos años de sacrificio y amor: “Entendí que la mejor manera era cumpliendo su sueño que era el mismo que el mío, seguir estudiando y llegar a recibirme en una universidad”.

Después de evaluar varias propuestas educativas, se decidió por la UCALP porque además de ser muy interesante desde el punto de vista académico, “no deja de lado los valores humanos, cristianos y éticos”, señaló, y agregó que cuando leyó el plan sintió que “era el lugar que buscaba, me encontré con materias que me recordaban mis estudios de Ciencias Sagradas”.

ESTUDIAR A DISTANCIA

Estudiar a distancia fue un desafío enorme porque lo hacía sin computadora. En estos tiempos donde la tecnología resulta a veces una buena aliada, Cecilia pudo hacer su carrera desde el celular, lo que describe como “una verdadera aventura”.

Por su intensa actividad diaria, escribía parciales en los pasillos de su trabajo, o los prácticos desde la calle… Por eso destaca a los docentes que comprendían sus limitaciones con el teléfono y siempre estuvieron dispuestos a ayudarla con paciencia; “los profes me alentaban incluso cuando yo les decía que no podía más, se me dificultaba usar la plataforma, y mis compañeros también fueron fundamentales en este proceso educativo”.

“Soy esposa de Martín, mamá de Belén, Agustina, Emanuel y de mi querido Martín, que hoy nos acompaña desde el cielo. Soy también abuela orgullosa de Ariadna y de Ana Clarita, que viene en camino, y cada día agradezco a Dios por mi  familia”.

Al recibir el título de nuestra Universidad Católica de La Plata, la flamante licenciada en Fonoaudiología expresó que se siente realizada y así honró a su madre. “Ella quería que fuera abogada -recuerda con una sonrisa-, pero en un momento me di cuenta de que la fonoaudiología es lo mío, me apasiona ayudar a los demás en todo lo que tiene que ver con el habla, el lenguaje, la voz, la organización y estructura de nuestro cerebro, la función de cada órgano…”.

“Mis papás fueron siempre mi ejemplo, especialmente mi mamá, que fue el motor que impulsó a toda nuestra familia a superarse, a no bajar los brazos y a buscar siempre el propósito en lo que hacíamos”.

Contó que sus primeros paciente fueron los hijos de sus vecinos: “Con gran confianza los mandaban a las sesiones;  y entre risas, juegos y mucho aprendizaje, fui creciendo como profesional sin dejar de ser mamá, ama de casa y esposa. Fueron años de gran esfuerzo, pero también de mucha felicidad. Con el tiempo, seguí formándome en cursos y diplomaturas educativas y me especialicé en Estimulación Temprana. Siempre sentí que uno nunca termina de aprender y que cada paciente merece lo mejor de nosotros”.

Cuando recibió su merecido título en la UCALP, esperándola en la vereda estaba él, Martín, con rosas amarillas y lágrimas en sus ojos: “Es un momento que jamás olvidaré y que atesoro en mi corazón”, expresó Cecilia, y animó a los jóvenes a cumplir sus sueños: “¡Claro que se puede!”, concluyó.